jueves, 2 de julio de 2015

Pensamientos

Suelo consultar varios blogs del mundillo para ver lo que se cuece y leer experiencias de otra gente. Uno de los blogs que sigo es Jugando en Pareja que, aunque parezca que vaya sobre otro tema, tratan sobre todo de juegos de dos jugadores.

En uno de sus últimos post, bueno tiene ya casi un mes, hablan con buen humor sobre tipos de jugadores de juegos de mesa.  Me ha llamado especialmente la atención uno de ellos y, que creo que casi todos hemos sufrido en algún momento. Me gustaría copiar la descripción para tod@s vosotr@s:

El “no me lo voy a pasar bien, pero tú tampoco”

Esta… persona… suele ser la pareja de alguien. Ese alguien quiere jugar como el comer, pero su pareja desea ver su vida convertida en un montón de excrementos complacientes con todos sus deseos, así que intentará lastrar hasta el fondo de las oscuras profundidades cualquier fuente de diversión de su pareja que considere “demasiado infantil” o “estúpida”. Esto… suele incluir los juegos de mesa, aunque también otras formas de diversión como “beber cerveza”, “jugar al billar” o “respirar ligeramente deprisa”. Es un ser fantástico al que tener sentado en tu mesa, con cara de estreñimiento y las mismas ganas de jugar que un erizo sentado en unas brasas. Si algún día se desprende de ese parásito de felicidad, quizá consigas a alguien genial para jugar… pero hasta entonces…

Seguro que conocéis a mucha gente así.  Aunque aquí se centra sobre todo en los juegos, bien dice que "cualquier actividad que considera demasiado infantil o estúpida".  Con lo fácil que sería que cada cuál disfrutase con lo suyo con gente a la que le gusta lo mismo... Mira que hacemos la vida complicada...

Realmente no entiendo la necesidad de hacer la vida de los demás miserable cuando tienen aficiones que no compartes.  Creo que es más fácil intentar buscar las cosas en común y que nos unen y dejar luego a cada cual su parcela con lo que gusta y no se comparte que atacar con lo que no compartimos.  Si a mi pareja le gusta la Samba y a mí no, no voy a ir a su sesión semanal de samba a amargarle la vida.  Si ya le he acompañado y  no me ha interesado, que vaya sola y ya nos dedicaremos a trabajar y cultivar las aficiones comunes que compartamos que alguna habrá.  Mención a parte es el caso de que la sesión de samba (y digo samba, como podría decir cualquier otra) fuese diaria y le comiese todo el tiempo.  En ese caso, mejor nos buscamos otra pareja.

En resumen y desde mi humilde opinión, hay que dedicarse a fortalecer lo que nos une que no a agrandar lo que nos diferencia, ya que, de otro, modo estamos dedicados al fracaso.  Ni siquiera trabajando lo que nos une tenemos garantizado el éxito, pero sí que tendremos muchas más posibilidades que si nos dedicamos a dinamitar la relación, fomentando las diferencias.

Nos vemos en la próxima entrada, ¡y jugad mucho hasta entonces!



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