Siguiendo la saga de post sobre grupos a los que he
pertenecido, hoy le toca al no grupo por excelencia: Los Defensores, digo, Los
posteriormente conocidos como los Más Pardillos.
Ahora la pregunta del millón es ¿Por qué lo llamo no
grupo? Pues porque realmente nunca he
jugado con este grupo como tal, aunque sí que lo he hecho. Antes de que penséis que me he vuelto loco me
explico.
Mientras jugaba con La Compañía del Anillo Curativo,
introduje en el mundo del rol, el comic y la subcultura a un grupo de chicos de
12 o 13 años en plena preadolescencia o al comienzo de la adolescencia y a la
madre de dos de ellos. La razón es la de
siempre, mis interminables charlas frikis para culturizar al mundo. Conseguí reenganchar a La Dragona Rosada al
bello mundo de los comics (Marvel por supuesto), venciendo su natural
resistencia a La Casa de las Ideas y su innato amor por DC (ahora es una gran
fan de Masacre). Después de este gran
paso para el hombre, surgió el tema del rol y sus cualidades educativas. Así que comenzamos organizó una partida de
prueba entre sus dos hijos y sus compañeros de los scouts.
Así pues allí me encontraba yo, sólo ante el peligro ante 8
jóvenes y una madre. El arma elegida fue
la de siempre: AD&D. Poco a poco
fueron cogiéndole el gusto y tras los típicos primero días de redecillas entre
ellos, vaciles propios de la edad y demás, acabé con un grupo fiel para las
partidas mensuales (no llego a recordar la periodicidad).
El grupo no tuvo ninguna baja, salvo la crisis existencial de
La Dragona Rosada por dos motivos. El
primero es que el estilo de juego de un niño no es el de un adulto y el segundo
es que al ser la única adulta, el resto de jugadores esperaba que ella
solucionase sus meteduras de pata. Así pues,
fue necesario un cambio de personaje y de alineamiento para que aprendiesen a
ser responsables de sus actos.
Curiosamente me encontré con la incomprensión de mis
compañeros frikis que miraban con superioridad al grupo. No entendían que interés podía yo tener en
pasar una tarde con un grupo semejante.
Lo que me sorprende es que no viesen que estaba intentando traer sangre
nueva y alargar la vida del mundo friki.
Lo más paradójico es que uno de los que miraban al grupo por encima del
hombre, era el dueño de la tienda donde quedábamos para jugar. ¿No se daba
cuenta de que eran clientes potenciales?
Con ellos, como ya he comentado, jugué sobre todo a AD&D,
poniéndoles las mismas aventuras que un par de años antes había jugado con La
Compañía del Anillo, esperando poder jugar con ellos algún día la Campaña de la
Guerra de la Lanza (campaña maldita, por otro lado que comenzado a dirigir 3
veces sin terminarla ninguna), aunque finalmente no llegamos a ello. Jugamos un par de veces a Fanhunter,
riéndonos un montón y a una aventura de Star Wars D20. Mi mudanza a Alicante desencadenó que no
siguiese dirigiéndoles más partidas.
A pesar de mi ausencia, el grupo quedó marcado con el gusanillo
friki y se establecieron con grupo con derecho propio, con varios juegos,
mastereres en turnos rotatorios etc. Se
llamaron los Más Pardillos y me nombraron miembro honorario del grupo
otorgándome uno de los D6 del Señor de los anillos que guardé tan bien que
ahora no encuentro. Aunque sé que no lo
he perdido. Salvo algún comentario de la
Dragona, con la que nunca he perdido el contacto, no supe mucho más del grupo.
Las pasadas navidades queriendo recordar viejos tiempos hablé
con La Dragona Rosada para ver si podíamos juntar a la gente para hacer una
partidilla y recordar viejos tiempos.
Sobrevaloré el poder de mi recuerdo sobre ellos y la cosa casi no
salé. Conseguimos juntarnos 4 (La
Dragona Rosada, su hija, un pardillo que no conocía y yo) y les dirigí
Despertados. Creo poder decir que la
aventura les encantó y fue un gran reenganche al mundillo para todos aquellos
que lo habían perdido.
Mirando hacía atrás, recuerdo al grupo con cariño y creo que
fue una buena experiencia para ellos y también para mí (no lo voy a negar). El grupo maduró mucho desde la primera
partida hasta la última y se hicieron mucho más responsables de sus propias
acciones (al menos para un adolescente).
Sé que algunos me recuerdan por mi vena cabroncete de llevarles al
límite y aprovechar cualquier oportunidad que me daban para fastidiarles un
poquito, pero es mi estilo de juego, soy muy mayor para cambiarlo.
Nos vemos en la próxima entrada y, ¡jugad mucho
hasta entonces!
No hay comentarios:
Publicar un comentario